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"Vengo de una pequeña familia de 22 hermanos"

A sus 70 años, Libardo Antonio Quintero evoca a sus padres quienes, pese a la muerte de cuatro hijos, formaron un hogar de 18 miembros, criados todos bajo el mismo techo en medio de la escasez y la enfermedad. Al contar la historia de su familia, la autora recuerda cómo eran las familias antes.

Los abuelos Ana Tulia Bohórquez y Ruperto Quintero Ríos. Libardo, quien habla en esta crónica, es el pequeño que está a la izquierda.

“Yo pertenezco a una familia muy pequeña, solamente somos 22 hermanos. Lo bonito de esta historia es que, a diferencia de los matrimonios de ahora, el de mis padres duró toda la vida; además, mi mamá solo fue mujer de mi papá y estoy seguro de que él solo le tuvo hijos a ella”, asevera Libardo Antonio Quintero Bohórquez, el segundo de esa enorme camada.

Lo que relata de su infancia es más que una historia individual: da cuenta de cómo eran las familias colombianas unas décadas atrás. En otras palabras, este relato refleja la historia de muchas familias en el país.

Hijos por montón

Sobre una prole tan grande, Libardo rememora que “ese tipo de cosas era normal en ese tiempo, pero cada vez que se las cuento a mis nietos no dejan de asombrarse. Una vez vi una familia con 28 hijos, fue impresionante, por eso es que digo que tengo una familia pequeña comparada con otras de mi época”.

Según él, en la finca de sus abuelos maternos, ubicada en Líbano (Tolima), trabajaba como peón su padre, Ruperto Antonio Quintero, quien bajo esta condición conoció a Ana Tulia Bohórquez en 1938.

Un año después contrajeron matrimonio y allí mismo tuvieron sus primeros tres hijos: Renol, Libardo y Verónica. En 1942 esta última murió de meningitis a muy temprana edad, por lo cual decidieron irse del sitio debido a los recuerdos que les traía.

Ruperto Quintero se estableció con su familia en Salgar (Antioquia), su pueblo natal, donde recibió como herencia de su padre una finca llamada El Clavel, a 30 minutos a caballo del casco urbano. Allí tuvo tres hijos más que murieron a causa de extrañas enfermedades.

En 1951, a fin de alejarse de los recuerdos de los hijos fallecidos, Ana Tulia y su esposo vendieron el predio por 18 mil pesos y arrendaron una casa en el pueblo, en la cual tuvieron otros cinco hijos.

No pasó mucho tiempo antes de que quisieran mudarse a un nuevo lugar para tener mejores condiciones económicas y de espacio.

En tiempos de La Violencia

Por entonces, afirma Virgelina –hermana de Libardo­– la situación en el Tolima era muy peligrosa porque alias Sangre Negra, un temido bandolero liberal de los años 50, rondaba la aldea donde antes vivía su madre y atemorizaba a los habitantes. El hombre pertenecía a la que el gobierno conservador llamaba La Chusma, una guerrilla liberal de la región.

Añade que “en una ocasión él llegó a la tienda de mi abuela materna, Catalina Alarcón, y luego de pedirle una cerveza le dio un tiro en la cabeza y se llevó cautiva a una de sus hijas, a quien horas después colgó de un árbol y le cortó un seno. Según otras versiones, primero le cortó el seno”.

“Gracias a Dios mi mamá ya vivía muy lejos de ahí. Si hubiera estado por esos lados tal vez la hubieran torturado y hasta matado. Por ese tiempo ella estaba en Salgar casada con mi papá; sin embargo, él se quería ir del pueblo para buscar mejores posibilidades de vida en otra parte. Un amigo muy allegado le propuso mudarse a Bello, pues allá estaban vendiendo una casa muy grande y barata. En el año 56, mi padre la compró”, dice Libardo.

En esta casa del municipio de Bello se criaron la mayoría de hijos de Ana Tulia y Ruperto.

Del campo a la ciudad

Había en la casa un local que daba vista hacia la avenida principal, montó allí una tienda y la surtió con gran variedad de productos comestibles.

Cinco años después su hijo Libardo, ya de 20 años, comenzó a trabajar en Fabricatopara colaborarle a su padre con los gastos del hogar. Seis años más tarde Ruperto Quintero cayó en la quiebra, lo que lo obligó urgentemente a vender el local por 20 mil pesos.

“A mi papá le sobraba corazón, él era muy bueno con todo el mundo y fiaba mucho, pero la gente se aprovechaba de eso y a veces no le pagaban. El negocio se quebró tres veces. La última vez, mi papá decidió irse a Bogotá a conseguir empleo y me dijo que nos fuéramos. Me fui con él y regresamos a los cinco años sin conseguir nada”, recuerda Renol, el hijo mayor.

La vida rancho aparte

En el transcurso de esos cinco años, Libardo Quintero fue el encargado de sostener a la familia; sin embargo, pasaron muchas necesidades. Por esa época eran 17 los hermanos que vivían bajo el mismo techo, sin contar al que se había ido con Ruperto y a los cuatro que habían muerto.

De acuerdo con las hermanas que vivieron esta experiencia, era Libardo el que les proveía todo lo que ellas y su madre necesitaban, mientras Ruperto estaba ausente.

A los 46 años de edad, Ana Tulia tuvo su último hijo: Juan Gonzalo. Este fue criado en gran parte por Alba Nelly, una de sus hermanas, porque su madre no se encontraba en buenas condiciones físicas para hacerse cargo de él.

Para aquel entonces, la mayoría de hermanos había organizado una vida lejos de sus padres, quienes estaban próximos a morir. Ruperto fue el primero, murió a causa de un enfisema pulmonar; luego falleció Ana Tulia debido a un infarto.

Tres de los hermanos: Renol, Libardo y Verónica, una de las primeras en morir.

La tercera generación

Antes de la muerte de su madre, Juan Gonzalo había conocido a María Cristina Gallego, con quien tiempo después se casó y tuvo una hija, yo, Geraldín. A raíz de conflictos y desacuerdos, optaron por separarse y me dejaron al cuidado de Alba Nelly. Luego de un tiempo, cuando estuve bajo la tutela de mi madre, mi padre murió por un cáncer de colon.

De la tercera generación de la mi familia, soy la menor. El resto de primos sobrepasa la edad de 22 años. Muchos miembros de mi familia viven cerca de la antigua casa comprada por los abuelos en el municipio de Bello. No obstante, de los hermanos que conocieron dicha residencia, hay dos de quienes se perdió el rastro hace más de 15 años, tres murieron violentamente y uno de muerte natural. Esa es parte de mi historia.

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